martes, 9 de abril de 2024

Volver a ser

 

Hace muchos años dejé de escribir para mí. Escribí muchísimas cosas para mi trabajo: muchos copys de Instagram, muchos mails, muchas notas y respuestas a la escuela, muchas conversaciones con clientes. Pero dejé de escribir sobre mí y sobre las cosas que me pasaban. Ya no había tiempo. Dos hijas (con todas las alegrías y urgencias que eso implica), el trabajo, los amigos, la famila… Siempre estar al pie del cañón para todo, pero no hacerme el lugar de hacer lo que disfruté toda mi vida.

Es por eso que, en este momento, donde me estoy replanteando ciertas cosas de mi vida, decidí que volver a las fuentes era una buena idea. No sé realmente si lo es o no, pero al menos es empezar por alguna parte. Escribir me hacía bien, más humana en un montón de aspectos y me obligaba a parar la vorágine y sentarme un rato. O, en medio de esa misma vorágine, anotar ideas.

Reemplacé el cuadernito con la lapicera en mi mochila por pañales y ropa de cambio. Con el tiempo, reemplacé los pañales por todo lo que mis hijas no querían llevar en la mano. En otro momento, llevaba la computadora para trabajar en cualquier lugar. Luego, después de tanto cargar, sólo la billetera, los anteojos y alguna pastilla de antialérgico.

Y, en este proceso de reencontrarme, me di cuenta que postergué como dieciocho años todo lo que quería escribir. No me arrepiento de ninguna manera. Pero siento que quizás algunas cosas me hubieran sido más fáciles si me hubiera dado el tiempo de escribirlas. Parte de mi vida escribir fue poner en palabras las cosas hermosas que me pasaban y las cosas horribles también. Y, al releer, podía encontrar salidas de laberintos que sólo mi cabeza inventaba. También releía y recordaba lo inolvidable de algunos momentos. Como si esa fuera la manera de no olvidar todo lo que mi cabeza y mi corazón recordaba.

En esos momentos, era muy joven e idealista. Y pensaba que podía vivir de este arte. Como los niños que quieren ser futbolistas, pero no todos llegan a serlo. Y, un día, me desencanté. Y la vida me fue poniendo pruebas que tuve que superar y me cruzó con gente que no me trató tan bien. Y tuve que trabajar mucho para mantener a mis hijas, porque sólo escribiendo no las podía mantener. Así que fueron mi prioridad.

Y ahora, que son grandes e independientes, de pronto tengo un poco de tiempo. Ahora que no tengo cambiar pañales, ni llevar y traer del jardín, ni jugar, ni vigilarlas para que no se lastimen me encuentro pensando un poco en mí.

Así que, en este breve acto, restablezco mis momentos de escritura. Afirmo que vuelvo a mi pasión, a lo que tan feliz me hacía.

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